El miércoles 19 de febrero de 2025, estudiantes de las carreras de ciencias ambientales, derecho, trabajo social, administración y psicología de la Universidad CEPES (Centro Panamericano de Estudios Superiores) de Zitácuaro, Michoacán, México, debatieron sobre la importancia de crear áreas marinas protegidas. Para ello, participaron en un juego de rol desarrollado por Mundus maris titulado ‘Protegiendo Horizontes Azules’, adaptado en esta ocasión a un caso de pesquería de merluza argentina (Merluccius hubbsi) en la provincia de Chubut, Argentina, en el marco de la asignatura Recursos Marinos de la Universidad de Belgrano. Esto sirvió también para estrechar lazos entre dos países con afinidades culturales compartidas.
Los aproximadamente 120 alumnos interpretaron roles con posturas afines o encontradas, organizándose en grupos asesorados respectivamente por sus profesores. Los roles interpretados fueron autoridades municipales, ONG conservacionista, científicos, pescadores artesanales y empresarios de la energía eólica y del ecoturismo. Durante los primeros 20 minutos cada grupo exploró y analizó su rol asignado, para luego expresar sus posiciones ante las demás partes interesadas, incluyendo réplicas ante las posturas de los otros actores.
Es así como las autoridades municipales propusieron la creación del AMP con la intención de conservar la zona, pero asimismo también fomentar el ecoturismo como fuente alternativa de ingresos. Aseguraron que la AMP sería una ley y que contaría con el apoyo del consejo municipal.
La empresa de parques eólicos planteó que la instalación del parque no afectariá la pesca ni el ecosistema, ya que las turbinas estarian sobre balsas flotantes y podrían incluso generar arrecifes artificiales. Enfatizaron que el proyecto traería beneficios económicos y ambientales. Respondiendo a críticas, argumentaron que el desarrollo del parque aumentaría el ecoturismo y la autosuficiencia energética de la región. Confirmaron asimismo que la ubicación de las turbinas seria estudiada para minimizar impactos negativos. De hecho, un municipio vecino propuso realizar estudios previos para evaluar la viabilidad del parque eólico y evitar daños significativos al ecosistema.
En cambio, la organización no gubernamental conservacionista rechazó el parque eólico, desconfiando a su vez de las promesas gubernamentales. Pidió que el AMP fuese una «zona estrictamente protegida» sin intervención humana y sin construcciones de ningún tipo.
Los pescadores artesanales expresaron su preocupación por la sobreexplotación y el impacto en su actividad. Pidieorn restricciones a la pesca industrial, buscando asegurar que la AMP beneficie a los pescadores locales.
Otro sector importante, las empresas turísticas, presentaron dos posturas diferenciadas. Una rechazaba el parque eólico porque podría afectar la conservación de la merluza debido al ruido de las turbinas. Otra apoyó un desarrollo turístico controlado, promoviendo buenas prácticas para minimizar impactos ecológicos.
Tras escuchar atentamente a las otras partes interesadas, los científicos enfatizaron la necesidad de regulaciones estrictas para la pesca y el turismo. Propusieron tecnologías para monitorear impactos y respaldaron las turbinas flotantes como una solución menos invasiva.
Se pudo constatar la existencia tanto de disensos como de concensos. En una controversia conservación versus desarrollo, mientras la ONG y algunos pescadores defendieron una protección absoluta sin intervención humana de la zona, las empresas turísticas, el parque eólico y las autoridades municipales vieron oportunidades económicas en el AMP y el ecoturismo. Más aún mientes la empresa eólica y algunos científicos consideraron que las turbinas que no dañarían significativamente la fauna marina, la ONG y una parte del sector turístico consideron que las turbinas y el cableado podrían generar impactos negativos irreversibles. Tanto la ONG como otros actores desconfíaron de la implementación efectiva de la AMP y consideraron que podría ser una «protección de papel». En cambio, la autoridad municipal y otros actores afirmaron que habría regulaciones y beneficios económicos. Los pescadores artesanales buscaron que la pesca en la AMP fuese restringida solo a locales. La autoridad municipal mencionó que habria regulaciones en relación a esto, pero sin restricciones absolutas para el comercio.
Entre los consensos se pudo rescatar la coincidencia en que la merluza debería ser protegida, aunque difieriendo en los métodos y la intensidad de la protección. Hubo acuerdo en la necesidad de realizarse estudios previos sobre el impacto del parque eólico antes de proceder con la construcción. Aunque algunos temían el impacto negativo del ecoturismo si no se manejaba adecuadamente, hubo consenso en que esta actividad bien gestionada podría ser una alternativa económicamente viable. Todos los sectores reconocieron la necesidad de regular la pesca para evitar la sobreexplotación.
Como conclusion final se puede afirmar que el debate reflejó tensiones entre el desarrollo económico y la conservación ambiental. Mientras algunos actores vieron oportunidades en el parque eólico y el ecoturismo, otros priorizaron la protección total de la zona. Se necesita una estrategia integral basada en estudios científicos y acuerdos claros que balanceen estos intereses en conflicto.
El taller fue coordinado por la Maestra Diana Laura Tello Silva, directora de operaciones de UNICEPES, y el Dr. Marcelo L. Morales Yokobori, vicepresidente de Mundus maris.
Si está interesado en el juego de rol ‘Protegiendo los horizontes azules’, comuníquese con Mundus maris en info[at]mundusmaris.org.