Los microplásticos son reconocidos cada vez más como un problema creciente de salud pública. La investigación aquí compartida se llevó a cabo en el marco de una colaboración académica apoyada por Mundus maris con la Universidad de Belgrano, Argentina. Su objetivo, documentar los problemas ambientales que representan los microplásticos en los ecosistemas acuáticos, con un enfoque particular en la costa bonaerense del Río de la Plata. Las muestras fueron tomadas en el Club de Pescadores de Buenos Aires.
Los microplásticos, definidos como fragmentos de plástico menores a 5 mm, incluyen una variedad de partículas, como microfibras liberadas de la ropa durante los ciclos de lavado, fragmentos de productos de plástico degradados y microperlas de productos cosméticos. Este estudio subraya la importancia de comprender cómo estos contaminantes afectan a la vida marina, en particular a los peces, que constituyen un eslabón crucial en la red alimentaria acuática.
La investigación arroja algo de luz sobre los problemas ambientales que pueden surgir de la creciente presencia de estos microplásticos en el agua, los sedimentos y la vida acuática.
La Lic. Carla Bonelli, investigadora del equipo liderado por el Dr. Marcelo Morales Yokobori, se enfocó en analizar la presencia de microplásticos en dos especies de peces del Río de la Plata: Parapimelodus valenciennis, comúnmente conocido como «bagre amarillo» y de poco más de 24 cm de longitud máxima, y Megaleporinus obtusidens, o «boga», que alcanza un tamaño de más de 70 cm. Estas especies fueron elegidas debido a sus distintos hábitos alimenticios. El bagre amarillo se alimenta en el fondo, mientras que la boga puede alimentarse tanto en el fondo como en la columna de agua. Esto podría influir en su exposición y en la posibilidad de acumulación de microplásticos. Los resultados revelaron que las microfibras constituyen la mayoría de los microplásticos que se encuentran en estos peces, lo que pone de manifiesto el papel de las descargas humanas en el entorno, como a través de la ropa que, si no pasa por el tratamiento de aguas residuales, contribuye a contaminar los hábitats acuáticos.
Un hallazgo notable del estudio fue el predominio de microfibras claras con poca proporción de azules en las tripas. Esto contrasta con hallazgos previos de colegas en las costas cercanas. Esta diferencia podría atribuirse a la decoloración de las fibras textiles durante la digestión o en el medio ambiente.
Además, el estudio no encontró diferencias estadísticamente significativas en las cantidades relativas de diferentes tipos de microfibras entre las dos especies examinadas, lo que indica una distribución homogénea de estos contaminantes en su entorno y, por lo tanto, en sus fuentes de alimento. No se observó una bioacumulación obvia a través de la red trófica acuática, ya que los individuos más grandes de boga tenían cantidades claramente más bajas de microplásticos.
Este resultado, corroborado por hallazgos similares en otros lugares, sugiere la magnitud del problema de la contaminación por microplásticos y la necesidad de abordar este problema a nivel mundial. Incluso si no se encontraran concentraciones más altas en la ‘boga’ más grande, teniendo en cuenta que este es un pescado comestible apreciado por los humanos, por extensión, estarán expuestos a microplásticos en su dieta. También hay que tener en cuenta que los microplásticos pueden actuar como vectores de otros contaminantes debido a las propiedades fisicoquímicas de sus superficies, que aumentan a medida que se produce más fragmentación.
La investigación destaca la urgencia de implementar medidas para reducir la liberación de microplásticos al medio ambiente, así como para mejorar los procesos de tratamiento de aguas residuales y promover prácticas de consumo y producción sostenibles. Además, sugiere la necesidad de seguir explorando los efectos a largo plazo de la contaminación por microplásticos en los ecosistemas acuáticos y terrestres, así como de desarrollar metodologías más eficaces para su seguimiento y eliminación del medio ambiente. La contaminación por microplásticos en el Río de la Plata no solo representa un desafío ambiental local, sino que también refleja un problema ambiental global que requiere acciones coordinadas y sostenidas para mitigarlo.
Las negociaciones actuales para un tratado jurídicamente vinculante que aborde de manera integral el ciclo de vida completo del plástico, incluida su producción, diseño y eliminación, y todas las formas asociadas de contaminación para fines de 2024, son una perspectiva muy bienvenida. Sin embargo, todavía tenemos que lidiar con las enormes cantidades que ya se encuentran en las aguas dulces y los mares.
Los próximos pasos deberían ser comprender mejor la dinámica de dispersión de estos microplásticos, así como su formación y origen, asociados a las fluctuaciones meteorológicas. También será importante determinar con análisis espectroscópico qué tipos de plásticos predominan, facilitando así la trazabilidad para detectar sus fuentes y orientar la acción preventiva.
En este contexto no se llevaron a cabo pruebas específicas de toxicidad, pero se están acumulando pruebas gradualmente a través de este campo de investigación en crecimiento. La exploración de reacciones complejas en los cuerpos de varios organismos es un área de investigación relativamente nueva que aún no conduce a relaciones de causa-efecto comprobadas.