China no solo tiene la flota pesquera más grande del mundo, sino que con 1.400 millones de personas también es un gran mercado de personas a las que les gusta comer pescado y mariscos. Europa, como principal mercado de importación de dichos productos, claramente tiene interés en desarrollar sus relaciones con China de manera que respete los intereses de ambas partes. El Comité de Pesca del Parlamento Europeo se reunió para discutir el papel de China en la pesca mundial en su sesión del miércoles 25 de enero de 2023. Para poner el debate sobre una base sólida, se encargó a un equipo de científicos bajo la dirección del Prof. Daniel Pauly y la Dra. Maria Lourdes (Deng) Palomares de la Universidad de British Columbia, Vancouver, Canadá, que produjera un estudio sobre la tema y presentar los resultados clave a los miembros del Comité.
Aquí citamos del resumen ejecutivo del informe:
«Hay una gran discrepancia e incertidumbre en cuanto al número de embarcaciones de las flotas de altura chinas. El cálculo a la baja de buques «visibles» es de alrededor de 900; una estimación más alta supone que hay que añadir alrededor de 2 000 embarcaciones «invisibles». Sin embargo, la discrepancia puede deberse a que la cifra mayor incluye embarcaciones que operan en aguas cercanas a China, por ejemplo, en Corea.
Aunque la gran mayoría de la producción de maricultura a lo largo de las costas de China consiste en bivalvos, como almejas, mejillones y ostras, que no requieren alimento, el menor arqueo de peces marinos que se crían, esto es, alrededor de dos toneladas anuales, genera una demanda de pienso que ha convertido a China en el principal importador mundial de harina de pescado. Esto se está convirtiendo en un problema en algunos países de África Occidental, como en Senegal, donde los peces de pequeño calibre que consumía la población ahora se desvían hacia las fábricas de harina de pescado y se exportan a China.
La situación general del sector de los pescados y productos alimentarios marinos de China es, desde el punto de vista del comercio internacional, de transición. Esta transición se da desde un procesador líder de materia prima de pescado para su reexportación como productos primarios (filetes) hacia cada vez más uno de aprovisionamiento de productos acuáticos, muchos de ellos artículos de primera calidad y algunos procesados, para el consumo interno. La otra tendencia clave es la constante sustitución de productos procesados primarios por secundarios en la oferta de exportación china.»
Los investigadores resistieron la tentación de responsabilizar a China de la mayoría de los males en la gobernanza de los océanos, así como de las estimaciones probablemente exageradas de su flota de altura. También señalaron que, a diferencia de Europa, con su gran discrepancia entre las áreas marinas protegidas (AMP) declaradas y las efectivas, China estaba cumpliendo el objetivo de Aichi de proteger completamente el 10 % de sus aguas costeras. Sin embargo, señalaron una falta de transparencia en términos de sus acuerdos de pesca en contra de la práctica europea. Señalaron que, si bien las cifras de publicaciones científicas de China superaron a las de cualquier otro país, la cuantificación de lo que estaba sucediendo en sus sectores de producción y procesamiento permaneció poco estudiada y en gran parte sin publicar.
Los autores del informe también llamaron la atención de los miembros del Comité sobre las dificultades para llegar al fondo de los beneficiarios reales de las operaciones ilícitas, en particular la pesca ilegal, no registrada y no reglamentada, así como el abuso laboral. Dieron a entender que el necesario desarrollo adicional de la cooperación con China a través de los canales gubernamentales no sería suficiente para arrojar luz sobre estas prácticas a menudo criminales. En su lugar, la Comisión Europeai debería financiar a las organizaciones de la sociedad civil para llevar a cabo el minucioso trabajo de investigación necesario. También recomendaron aplicar las reglas existentes de manera equitativa en las relaciones con todos los países. Si Tailandia hubiera recibido una tarjeta amarilla y de consecuencia reformado sus prácticas en el sector pesquero y si China se quedara corta, por ejemplo con respecto a la contaminación del producto, o algo que justifique una tarjeta amarilla, entonces ayudaría a China a corregir sus actos.
El informe resumido en español se puede descargar haciendo clic en el enlace.